La Evolución del Urbanismo

Las ciudades, durante milenios, han respondido a las estructuras de las sociedades, es decir, correspondían a esta; la forma en que una sociedad estaba organizada jerárquicamente, sus relaciones de poder, la forma en que entendía la propiedad y la actividad económica principal definían no solo la naturaleza de la ciudad sino, incluso, su forma y la lógica de uso de su territorio de influencia.

El Urbanismo, como la disciplina profesional encargada del correcto funcionamiento de la ciudad, ha respondido a este postulado y se ha preocupado de la urbe a partir de cómo la conceptuaba la sociedad. Durante la era pre-industrial la ciudad jugaba un papel dentro de la economía de carácter tangencial, pues esta se basaba en una producción de bienes que en su mayoría se producían fuera de la ciudad; posteriormente a partir de la revolución industrial, el rol de la ciudad fue más hegemónico, su naturaleza de centros de servicio y su propiedad como asiento de conglomerados fabriles la convirtió en el foco del desarrollo de la sociedad; esto tuvo como base la conversión del centro de la economía ya no basada en la acumulación de mercancías, sino en el de capitales.

La generación cada vez más rápida de bienes, produjo que el mercado, el comercio y en general las actividades terciarias tuvieran una cada vez mayor importancia en la economía, las ciudades como “permanente asiento de mercado” (Max Weber, Economía y Sociedad, “La Dominación No Legítima”) comenzaron a ser el centro de generación de riqueza de las sociedades.

El cambio cualitativo que significó el paso de una economía basada en la producción para el consumo a una basada en la acumulación de capitales, definió un nuevo rol para las ciudades, rol que, a su vez, significaría un paso en la forma de actuar del urbanismo, los procesos de ocupación del suelo en las ciudades y el territorio habían variado y, por lo tanto, también debía variar su tratamiento.

El tratamiento de las ciudades cuando aún el desarrollo de la economía capitalista estaba en ciernes, se centraba en el adorno y puesta estética del escenario urbano, es decir, la principal labor del urbanismo preindustrial y precapitalista fue el de generar ciudades bellas; el objeto central entonces, era definido de modo estético; el Barroco y el renacimiento son muestra de ello (por supuesto no los únicas); el trazado urbano teniendo en cuenta el control o fuga de las visuales y las características monumentales de los espacios urbanos fueron su principal aporte. Sería muy mezquino decir que esa fue la única motivación del urbanismo de aquella época, pues también lo fueron (como en la antigüedad y ahora, como en el urbanismo de todos los tiempos) el hacer habitable la ciudad, dotándola de un saneamiento, mobiliario y equipamiento adecuados para el desenvolvimiento de la vida diaria; pero por sobre ello se veía un objeto central: el espacio urbano, el escenario de interrelaciones sociales tratado con aporte estético.

Después de la revolución industrial y de la consolidación de una economía capitalista, se definió la ciudad con funciones específicas; el rol de la ciudad como principal espacio donde se desarrolló la economía, es decir, se genera riqueza y se proporciona bienestar; asiento de inversiones y reunión de agentes económicos que le posibiliten un gran poder y que a la vez le generan una gran gama de problemas. Entonces el objeto del urbanismo ya no era el espacio urbano, la finalidad no era la búsqueda de la belleza, sino la búsqueda de la funcionalidad del sistema; sus instrumentos dejaron de ser las visuales, los controles, recesos, etc., y fueron otros, el planeamiento, la programación, control de proyectos, diagnósticos, etc. fue un paso cualitativo, un cambio brusco, al parecer, aún no lo suficientemente entendido.

El urbanismo es hoy la disciplina que nos proporciona los instrumentos necesarios para atender a la ciudad y hacer de ella un órgano funcional dentro del desarrollo de la sociedad; su objetivo principal es el dotar a los habitantes de la ciudad de un escenario (social, físico, normativo) útil a sus relaciones de tipo económico, social o político y su importancia para el desarrollo de la comunidad es innegable. El valor que agregan las ciudades a la economía de una región o de un país, determina la dinámica de la economía de dicho lugar. Entonces, ahora al tratar la ciudad debemos fijarnos en la funcionalidad de la ciudad y en su eficacia para generar riqueza que pueda ser tomada y distribuida por la sociedad.

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